El aprendizaje no es inmediato, las cosas no se dominan en el primer minuto de la enseñanza, todo tiene un proceso y un progreso, y ahí la clave de un camino no lineal y más sólido. Solemos ir de prisa, la vida nos arrastra a la inmediatez y a no escuchar lo que el cuerpo necesita, el trabajo diario, los entrenamientos, las competencias, sin importar el rubro, todo nos acelera.
En ese sentido, no le damos tiempo al sistema de recibir, procesar y canalizar las informaciones que le mandamos y aunque no lo parezca, eso le genera estrés y un estado de alerta, este estado está relacionado con nuestro cerebro reptiliano, el cual, está listo para decirle a tu cuerpo que estás en peligro y mandarle señales para “protegerse” de ese peligro que ha detectado, algunos reflejos físicos a esa señal podrían ser, miedo, dolor, cansancio extremo, congelamiento, etc., en general procesos más rígidos y por consecuencia, estados físico/emocionales más “difíciles”.
Por otro lado, cuando aprendemos a escuchar al sistema, y le permitimos vivir procesos más “amables”, aunque esto le lleve más tiempo, entonces lo que desencadenamos son aprendizajes con base en la confianza y de mejor adaptabilidad.
Por ejemplo, en los diferentes tipos de entrenamiento, según las herramientas que demos a los estudiantes, vamos a tener esas respuestas rígidas o amigables de su sistema, por ello, a mí me gusta apostar por la PROGRESIÓN, un camino que me parece más amigable con el SNC y que nos permite una real y mayor adaptabilidad, disminuyendo el riesgo de lesiones y facilitando la readaptación deportiva.
Y tú, ¿Vives en rapidez?